Portadas (III). Green Lantern #85

Green Lantern #85

La década de los setenta supone en Estados Unidos la consolidación de un acceso a la información por parte del ciudadano norteamericano como nunca antes se había visto. La televisión y la prensa escrita entran de lleno en los hogares ofreciendo un tipo de información al que no demasiada gente estaba acostumbrada y contribuye decididamente a sacar al pueblo americano de ese letargo en el que parecía haberse sumido durante la dulce década de los sesenta. Una crisis económica en ciernes, la corrupción política, una guerra sin sentido y problemas sociales relacionados con el racismo, las drogas o la marginación serían el plato de cada día de unos años ciertamente convulsos que cambiaron la mirada ingenua de un país.

Siguiendo esa corriente que ya habían empezado a impulsar los medios de comunicación, los cómics no fueron una excepción y comenzaron a reflejar en sus páginas la realidad social imperante. Los argumentos de la historias se renuevan para adaptarse a los nuevos tiempos y muchos héroes, veteranos o creados al uso, cambian el concepto de entretenimiento que hasta ese momento había tenido el lector típico de historias de super-héroes.

Speedy confiesa su adicción

Una de las colecciones que mejor reflejó en sus páginas la situación descrita es Green Lantern. Rebautizada en abril de 1970 como Green Lantern/Green Arrow, la entrada en la serie del guionista Dennis O’Neil supone el inicio de un puñado de historias que abordarían de manera muy directa y a lo largo de dos años, la crisis social y política imperante en Estados Unidos. Jamás en las páginas de un cómic se había tratado troncalmente la política o el acercamiento social de los héroes a la realidad de forma tan continuada. Lidiando con la linea que separa la denuncia de la propaganda, la gran labor de Dennis O’Neil y los lápices siempre espectaculares de un Neal Adams en su momento álgido hicieron de esta colaboración una de las etapas más interesantes de la década, elevada ya a la categoría de clásico imprescindible.

La portada del número 85 bombardea los sentidos del lector en septiembre de 1971 con una situación límite y traumática a la que deberán enfrentarse dos héroes que hasta hace bien poco habían dedicado sus vidas a combatir la injusticia y el crimen desde la sencillez que ofrece el abordar directamente un problema y resolverlo a puñetazos. La escena presentada en aquella portada es nueva para los dos héroes y su resolución no podrá ser afrontada de la manera habitual. “Snowbirds Don’t Fly” y la historia del número 86, “They Say It’ll Kill Me… But They Won’t Say When!”, presentan, bajo el trasfondo de una cacería de traficantes de droga, al compañero de Green Arrow, Roy “Speedy” Harper, como un adicto a la heroína. Los autores abordan el tema de la drogadicción sin tapujos y levantan un revuelo considerable que incluso llevó al alcalde de Nueva York a escribir una carta alabando la valentía con la que se trataba el tema.

La edad de bronce de los comic-books americanos daba sus primeros coletazos y muestra evidente de ello era aquella impactante portada del número 85 de Green Lantern, donde un joven yonqui, conocido por todos los lectores de la serie, se inyectaba un pico de heroína ante la atónita mirada de Oliver Queen, su protector.


Reimpresión de la etapa de O’Neil/Adams en los años ochenta

Última viñeta del número, desde la cual se recreaba la portada