15 Sep 2010 2 comentarios
Profesor Tenebro
En la última página de la nueva revista Tío Vivo que un puñado de buenos autores huidos de Bruguera fundan dentro del proyecto editorial D.E.R., aparecían seis paneles de chistes en tricolor firmados por autores como Cifré, Conti, Peñarroya, Enrich, Pañella o el propio Escobar. Una de esas series de chistes se tituló Profesor Tenebro y allí se presentó a un personaje con diploma de docente bajo el brazo y un apellido que avisaba claramente de sus intenciones, que no eran otras que las del sembrado del horror y el tormento allá por donde pisaban sus pies.
Tenebro siempre vestía ropa oscura, chaqueta abrochada, pajarita, una larga capa a la espalda, babuchas en los pies y sombrero de copa destrozado de cuya ala colgaba una araña. Antaño su larga nariz y su barbilla habían quedado picadas por la viruela y ahora esas marcas completaban su halo de siniestro portador del luto. Como se ha apuntado anteriormente y así lo indicaba su nombre, su trabajo consistía en enseñar lo funesto a cuantos alumnos quisieran aprender, desarrollando con tal meticulosidad la faena que fácilmente podía confundirse labor con placer.
La lectura de los chistes que componen esta serie hace inevitable la comparación con los paneles que Charles Addams publicaba por aquel entonces en The New Yorker y en concreto con aquellos donde aparecían los miembros de la famosa Addams Family o aquellos otros donde el chiste simplemente derivaba hacia el terreno de lo morboso o lo macabro. Si bien los argumentos que Escobar aplica en Profesor Tenebro pueden llegar a ser originales en su desarrollo, es evidente la similitud entre ambos historietistas, hasta el punto de que algunos chistes llegan a compartir ideas parecidas. Si Escobar llegó a conocer el trabajo de Addams es algo que se desconoce, pero se hace necesaria la comparación entre ambos autores en lo que a la obra en estudio se refiere por lo evidente de sus afinidades.
Como es habitual en otras series de Escobar y aunque el formato de una sola viñeta no permita explayarse en demasía, aquí también se detallan las tradiciones y costumbres de la época entrelazadas con el fondo del argumento. Así que las penurias de las gentes que poblaban el país a finales de los cincuenta se transforman de la mano de Escobar en el material perfecto para que su personaje nunca esté falto de trabajo, hasta el punto de que en algunos paneles se le llega a ver despachando en su propia tienda de los horrores, encantado de atender a todo aquel que precise algún material para su suicidio o para el asesinato discreto de algún molesto conocido.
Profesor Tenebro se publicó de forma regular en la revista Tío Vivo de D.E.R. hasta poco antes de su absorción por parte de la editorial Bruguera en 1960. Desde esa fecha, las apariciones de Tenebro se separan mucho más en el tiempo y, cuando llegan a publicarse, lo hacen en la penúltima página de la revista y en blanco y negro. La serie tenía poca cabida ya en una editorial donde el control de contenidos rivalizaba con el de la censura y, como ya pasara anteriormente con personajes similares, las páginas de este siniestro profesor se diluyeron en el tiempo hasta su desaparición en algún momento del comienzo de los años sesenta.
Tío Vivo nº 10 (agosto de 1957)
Tío Vivo nº 27 (diciembre de 1957)
Tío Vivo nº 26 (diciembre de 1957)
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lorezaharra
Sep 15, 2010 @ 20:48:02
no conocía este personaje, pero tiene personalidad,lo del sidecar me ha dejado traspuesta
MhBeyle
Sep 16, 2010 @ 07:26:48
Personalidad… Y cierta querencia a horcas y guillotinas… 🙂
En mi opinión, junto a la primera etapa de Carpanta y a las páginas de Doña Tula, esta es una de las mejores series de Escobar y quizás una de las pocas en las que gozó de cierta libertad creativa.