La vida adormilada de Morfeo Pérez

Morfeo Pérez es un hombre bajito y de aspecto más bien simplón. Viste siempre traje, le cubre el cuello una pajarita y tapa sus cabellos morenos con un pequeño sombrero. Ni su nombre, evocación del antiguo dios griego, ni sus pequeños ojos, a menudo entrecerrados, logran esconder el sueño que parece perseguirle constantemente allá por donde va.

La vida adormilada de Morfeo Pérez comienza a imprimirse en el número 39 del semanario El DDT, publicado a comienzos del año 1952. Las historias se presentaban a página completa y en ellas se narraba la doble vida de un protagonista que trataba de complementar una existencia mediocre con los dulces anhelos que siempre acaecían en sus sueños. En la mayoría de las historias, las últimas ilustraciones presentaban a un Morfeo totalmente despierto que no tenía mas remedio que enfrentarse a una dura realidad que nada tenía que ver con lo soñado. Para que el lector pudiera distinguir entre los sueños y la vida cotidiana del personaje, Conti dibujaba los bordes de unas viñetas con forma de nube y los de las otras con las líneas rectas tradicionales. En el primer dibujo de cada página se incluía el título de la serie y el retrato del protagonista durmiendo plácidamente en su cama. Los textos, muy característicos de esta primera etapa de Conti, se desperdigaban por toda la lámina en una sucesión de ingeniosas frases, a cual más divertida, que constituían en sí mismas uno de los principales atractivos de la serie.

La existencia del título no pasará del número 54 de El DDT y su cancelación se antoja objeto cercano a la necesidad editorial de ofrecer contenidos algo más alejados de la realidad cotidiana. La vida de Morfeo Pérez era fiel reflejo de la dureza que día tras día se presentaba ante demasiados españoles cuyas vidas esperaban cada mañana la agonía de los años cincuenta y la postguerra. La hora del sueño nocturno o el descanso de la siesta suponía para ellos una especie de liberación que les trasladaba al mundo deseado. Quizás Conti detalló con demasiada aspereza la situación de unas gentes cuyo último deseo al comprar una revista que se subtitulaba “contra las penas” era encontrarse con unas páginas que plasmaban lo más crudo de su existencia y les devolvía a una materialidad de la que precisamente y a través de los chistes pretendían escapar.

Como era habitual en la editorial Bruguera, a finales de los sesenta se volvieron a reproducir algunos episodios de la serie en la revista Gran Pulgarcito y a mediados de los setenta en Super Sacarino, donde se pueden encontrar montajes de dos páginas del personaje que para la ocasión se enlazaban con una viñeta nueva dibujada por un autor desconocido y daban una sensación de continuidad.



El DDT número 40 (febrero de 1952)

El DDT número 46 (abril de 1952)

El DDT número 49 (abril de 1952)

El DDT número 50 (mayo de 1952)



Guión: Conti
Dibujo: Conti
Color: B&N
Editorial: Bruguera
País: España Páginas: 16 Año: 1.952