Viñetas para la historia (IV). Corto Maltés. La balada del mar salado



La balada del mar salado es la obra maestra de Hugo Pratt. Con cuarenta años a sus espaldas y un dominio impecable del género, el autor veneciano lleva a cabo la historia de aventuras perfecta y deja que por sus páginas se paseen una pléyade de personajes de tal calado que bien pudiera iniciarse con cualquiera de ellos toda una saga de aventuras. Con esta obra Pratt consigue encontrar el compendio mismo de lo que será su dibujo a partir de entonces: lineas alisadas y manchas negras que sintetizan el trazo al máximo y a la vez muestran toda la información que el lector necesita para comprender la historia.

Tomando como marco de referencia las semanas previas al estallido de la primera guerra mundial y la necesidad de abastecer de carbón a los submarinos alemanes que campan en las aguas de La Polinesia a la espera del inicio de las contiendas, el autor de la obra pone en escena a Caín y a su prima Pandora, dos jóvenes náufragos que son rescatados por un pirata sin escrúpulos llamado Rasputín, el cual los ha situado en medio de los saqueos que éste y otros ladrones bajo las órdenes del Monje llevan a cabo con el objeto de robar el combustible a los aliados para vendérselo después a los alemanes.

Entre las páginas de esta historia nacerá el que con el tiempo acabará convirtiéndose en uno de los personajes de historieta más conocidos del mundo. Corto Maltés, que es introducido en la historia como un actor secundario, también pirata y bajo las mismas órdenes que Rasputín, transforma su personalidad y aspecto físico a medida que avanza la historia. Gracias al gusto de Pratt por empezar el relato e ir narrando los acontecimientos sin unos criterios de desarrollo concretos, la magia de Corto empieza a inundarlo todo y acaba por convertir al marino de largas patillas en el protagonista de la última parte de la aventura, en unas páginas memorables que quedan encumbradas cuando se produce la despedida de Pandora y el marino.

La negativa de la muchacha a una petición de vida en común es esperada por Corto y sin embargo sigue adelante con el protocolo, como satisfecho con su condición, dejando que Pandora le rechace tras unos segundos de meditación en los que valora dicha posibilidad. En dos viñetas sin texto, donde se demuestra la maestría de Pratt en el uso de las escenas mudas, los dos compañeros se lo dicen todo y el observador alcanza a comprender buena parte de la personalidad que más adelante hará grande al personaje. No es la primera vez que sucede en la vida de Corto Maltés ni será la última aunque para el lector sí que es el primer el adiós del maltés a una mujer por la que sentía atracción.

Las últimas páginas del libro representan un hito en la historia del cómic pues se asiste en ellas al nacimiento de una leyenda. Con apenas una decena de viñetas Pratt cierra su obra más notable y avanza lo que será el desarrollo de su arte de aquí en adelante, casi siempre ligado a las aventuras de Corto Maltés y a su otro gran personaje, el teniente Koïnsky de Los escorpiones del desierto.